Cómo formular un proyecto de marcación para revistas científicas universitarias en diez pasos y no morir en el intento

Por Victoria Rozemblum (26/08/2021)

Estas líneas no son un barco que ayude a navegar el océano de la formulación de proyectos institucionales, pero sí algo similar a un salvavidas, para que no te tape el agua. Y puede parecer una metáfora un poco sonsa, pero quien tuvo que hacer algún proyecto institucional alguna vez en su vida sabe a qué me refiero -y sabe de la felicidad que es tener un salvavidas a mano-. Bibliografía para generar proyectos hay un montón. Modelos de proyectos hay todavía más. Encontrar justo ese que provenga de tu disciplina, que resuelva tu tabla de contenido y que ordene lo que querés hacer, es otro tema … Lo cierto es que todos los proyectos tienen una estructura con puntos en común y para resolverlos hay que hacerse varias preguntas. Los párrafos que siguen surgen de mi experiencia de la práctica profesional que realicé en 2019 en el marco de la Coordinación General de Revistas Científicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y recopilan las diez preguntas más importantes que me hice para arribar al proyecto de mejora que presento en mi trabajo final de carrera Propuesta de implementación del marcado para revistas científicas sostenidas por la Universidad Nacional de La Plata.

Quisiera aclarar que, aunque en los párrafos siguientes hay un orden sugerido, el proceso que transité para generar el proyecto de mejora no fue completamente lineal: comencé con una idea vaga de cuál era mi objetivo (que todas las revistas tengan marcado XML-JATS) pero este fue mutando y complejizándose a lo largo de armar el trabajo, ya que -si bien se puede soñar y los proyectos son justamente para eso, para proyectar- necesitaba tener un conocimiento sustancial de qué estaba pasando en la UNLP con respecto a las revistas, para generar un proyecto con posibilidades reales de ser aplicado en la institución y que, además, plantee su sostenibilidad en el tiempo.

¿Qué onda con las revistas científicas? Primero, un poco de contexto

¿Qué sabemos sobre las revistas científicas? ¿Qué paradigma predomina actualmente? ¿Qué problemas y tendencias hay en el campo de la comunicación científica, particularmente en la rama editorial? ¿Cómo se encuentran las revistas de nuestra institución con respecto a eso? ¿Hay desarrollos que nos interesa aplicar?

Dentro del paradigma de la publicación electrónica, en vista de los avances en el ciclo editorial de las revistas científicas, que apuntan a un público que consume productos en diferentes formatos mediante una pantalla, hoy la aplicación del estándar XML-JATS para cada uno de los artículos publicados se volvió un requerimiento de calidad editorial para ingresar a bases de datos que evalúan con diversos criterios a las revistas que quieran pertenecer a ellas. Pero la marcación con estándar XML-JATS ofrece más beneficios que poder acceder a bases de datos como, por ejemplo, potenciar la gestión editorial, aumentar la visibilidad de las revistas científicas, generar datos desagregados sobre la ciencia publicada para analizar qué, quién, cómo, dónde, con quiénes, en dónde se produce y publica, crear grandes sistemas de información y, fundamentalmente, defender nuestra soberanía del conocimiento (Rozemblum, 2020).

Teniendo esto presente, aparece la pregunta-problema que dio origen a “Propuesta de implementación del marcado...”: cómo hacer para que todas las revistas de la UNLP incluyan un marcado estandarizado dentro de su flujo de trabajo, como una tarea más del proceso editorial. Y con esta pregunta-problema se inauguró la catarata de interrogantes que permitió formular el proyecto mencionado.

¿Qué pasa en la universidad? Segundo, miremos la institución

¿La universidad le da importancia a las publicaciones científicas? ¿Las considera importantes? ¿Hace mención de ellas en sus planes estratégicos? ¿Le aporta presupuesto y herramientas a las unidades académicas o a los equipos editoriales? ¿Cuántas y cuáles de las facultades o dependencias de la institución tienen publicaciones periódicas? ¿Poseen un grupo o nodo dedicado a la edición o cada revista se gestiona distinto?1 ¿Hay interacción entre los equipos editoriales y el/los ente/s editor/es?

La UNLP, que desde su fundación edita revistas científicas, académicas y de difusión, posee una Coordinación General que se especializa en publicaciones periódicas científicas y electrónicas. Esta Coordinación tiene como tareas reunir las revistas científicas de la institución, delinear macropolíticas y criterios técnicos básicos para los procesos editoriales acordes a la imagen institucional universitaria -sin que se pierda el carácter individual de cada revista-, asesorar a editores, capacitar a equipos técnicos, fomentar el cumplimiento de estándares de calidad internacionales, favorecer el crecimiento de las revistas, su inclusión en bases de datos  e índices reconocidos internacionalmente y hacer el seguimiento de las mismas desde un nodo central.

Para las fechas en que realicé los relevamientos de mi trabajo, la universidad había inaugurado su Coordinación General de Revistas Científicas, además de tener en marcha un Programa de Visibilización de la Producción Científica y Académica, por lo que se notó un interés institucional por apostar al crecimiento de las revistas que edita y sostiene la casa de estudios. En su momento, contaban con 69 revistas científicas activas entre más de 100 publicaciones periódicas. De 17 facultades de la UNLP, todas tenían algún tipo de publicación periódica pero sólo 13 contaban con revistas científicas. Lo interesante de este relevamiento fue confirmar que aquellas facultades con mayor cantidad de revistas (Bellas Artes con 10, Humanidades con 17, Periodismo con 9 y Presidencia, bajo un subprograma desarrollado en PREBI-SEDICI, con 10) contaban con nodos editores que las gestionan, coordinan y asesoran.2


IMAGEN 1.jpg(Fuente: elaboración propia)

¿Cómo están nuestras revistas? Tercero, conozcamos la situación actual

¿Qué tipo de publicaciones tiene la institución? ¿Son científicas, académicas, de difusión? ¿En qué estado están las científicas? ¿Qué información descriptiva ofrecen en sus portales? ¿Tienen, en efecto, revisión por pares? ¿Están indexadas, dónde? ¿Poseen marcación? ¿Cómo se incrusta la tarea dentro del proceso editorial de cada revista? Si marcan, ¿quién lo lleva a cabo y con qué herramienta?

En esta instancia, es donde encontraremos diferentes problemáticas reales que nos permitirán tener perspectiva al momento de plantear objetivos y la serie de acciones que apunten a resolverlas, comprendiendo que el proyecto debe ser ajustado a la realidad para poder aportar una solución concreta. Sin embargo, es preferible acotar nuestro universo de estudio (en este caso, revistas de la UNLP → revistas científicas de la UNLP→ revistas científicas electrónicas de la UNLP → revistas científicas electrónicas de la UNLP en actividad) y determinar dos o tres características observables para el relevamiento de las revistas, atendiendo a la información de sus portales o sitios web. Como mi propuesta se focalizó en la marcación, siendo uno de sus beneficios que la revista cumpla con criterios de calidad editorial ponderados por indexadores internacionales, las variables importantes fueron las bases de datos en las que se encontraba cada una y si poseían marcación, evidenciada mediante la posesión de distintos formatos de visualización estandarizados o la mención del marcado en la información brindada por la revista.

En lo referente a indexaciones, se separaron las revistas en cuatro grupos -sugeridos por mi orientadora institucional durante la práctica- según su pertenencia a bases que comparten mayoría de criterios evaluativos: Núcleo Básico de Revistas Científicas y Latindex, en su versión de catálogo 1.0 y 2.0. El relevamiento realizado arrojó que del total, el 36.2% de revistas estaban en Núcleo Básico (Grupo A), el 18.8% en Catálogo 2.0 (Grupo B), el 14.5% en Catálogo 1.0  (Grupo C) y el resto, casi un tercio del total, no estaban en esas bases ni en otras con criterios de evaluación (Grupo D). Además, del total sólo 22 revistas (el 31.9%) poseían marcación y conciben la tarea como parte del flujo de trabajo, ya sea asignando a alguien del equipo editorial, a un becario o un pasante, o contratando servicio tercerizado.

IMAGEN 2.jpg(Fuente: elaboración propia)

En este diagnóstico se encontraron problemáticas relacionadas a la marcación: gran disparidad de la calidad editorial de las revistas, evidenciado por la pertenencia (o no) a bases de datos con criterios de evaluación, no cumplen con la multiplicidad de formato pedida por esas bases o no son formatos estandarizados, además de carecer de metadatos de conservación o con estándar XML-JATS.

¿Hay experiencias previas? Cuarto, busquemos antecedentes

¿Qué se hizo anteriormente, desde la institución, en materia de edición de revistas científicas? ¿Se produjo material al respecto que pueda servir a nuestro proyecto? ¿Se hizo o está llevando a cabo un proyecto similar? ¿Conocemos experiencias, proyectos, acciones de otras instituciones sobre el tema específico que vamos a abordar?

En este caso, la universidad contaba con antecedentes internos, desarrollos desconectados entre sí hasta años recientes, que consideré relevantes a la hora de generar el proyecto de manera que sea consecuente con una serie de acciones que se venían realizando y experiencias muy ricas en una de las dependencias que consolidó un modelo de trabajo exitoso donde el profesional de la información juega un rol importante, que podían servir de modelo para extrapolar a la totalidad de revistas que edita la UNLP. Especialmente, porque los frutos de esas experiencias se reflejaron en mis análisis de diagnóstico: la Facultad de Humanidades tiene la mayor cantidad de revistas y casi todas ellas en alto nivel de indexación. Mediante su Prosecretaría de Gestión Editorial y Difusión, incluyeron muy tempranamente la tarea de marcado (Coria, Genovés, Rozemblum, y Unzurrunzaga, 2010), establecieron contacto con los proyectos Marcalyc/AmeliXML y propiciaron el desarrollo de herramientas como LuxMeL (Correa y Chiarullo, 2019).

¿Qué queremos hacer? Quinto, la famosa sección de objetivos, justificación y beneficios

¿Qué queremos lograr en general? ¿Qué queremos lograr en particular? ¿Por qué lo queremos? ¿Para qué lo queremos?¿Cuánta especificidad tendrá nuestro proyecto? ¿Cuáles son nuestras metas? ¿Dónde incide nuestra propuesta? ¿A quiénes está dirigida? ¿A quiénes beneficia? 

Como mencioné antes, los objetivosQUE QUEREMOS.jpg mutan en el proceso de elaborar un proyecto, por lo que siempre es recomendable tener anotado ideas borrador que se irán puliendo a medida que definamos -mediante el diagnóstico que realicemos- qué problemática o problemáticas vamos a abordar, con qué profundidad, con cuántos grupos se trabajará, cuáles son las partes interesadas, por qué nuestro proyecto es de importancia y qué beneficios aporta a la institución. En pocas palabras: qué nos proponemos hacer, por qué queremos hacerlo, para qué queremos hacerlo y a quiénes involucra.

¿Tenemos chances para este proyecto? Sexto, hagamos un FODA

¿Cuáles son las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas que presenta la institución -o parte de ella- respecto del proyecto que queremos plantear?

Mirando nuestros objetivos generales y específicos, además de otras certezas que tengamos sobre cómo queremos realizar nuestro proyecto, debemos observar la institución y sus partes para descubrir el nivel de aplicabilidad de nuestro trabajo. Este FODA, cuyo insumo puede ser la observación que hicimos al principio o diálogos con las partes interesadas, nos brinda una idea sobre los aspectos que tenemos a favor o situaciones que nos complican -como experiencias previas, personal disponible, estado del presupuesto, interés o resistencias de las partes interesadas- y que debemos contemplar al momento de armar el proyecto si deseamos que este pueda ser llevado a cabo prontamente.

¿Cómo vamos a hacer? Séptimo, pensemos una metodología

¿Cómo se va a poner en marcha el proyecto? ¿Qué actividades y tareas implica? ¿En qué orden? ¿Podemos aplicar algo de lo encontrado en antecedentes? ¿Cuáles son las partes que intervienen y de qué aspectos se encargan? ¿Qué tiempos manejará el proyecto? ¿Qué productos obtendremos? ¿Cómo vamos a hacer el seguimiento?

En “Propuesta de implementación del marcado…”, sugerí un flujo de trabajo basado en las experiencias mencionadas en antecedentes, que conciben el marcado como una tarea más dentro del proceso editorial. Para comenzar, indiqué las diferentes tareas que le son específicas a la Coordinación General de Revistas Científicas como nodo central, la forma de incluir la tarea en el flujo de trabajo editorial, y las tareas que debe realizar el personal asignado a la marcación propiamente dicha. Como novedad, propuse comenzar con un orden particular, basado en los resultados del diagnóstico realizado sobre las revistas, que permita poner a todas en -o por encima de- una base común de calidad editorial, permitiendo que aquellas que no tienen marcación ni indexadores ganen ambas cosas, y que aquellas que marcan y poseen indexadores mantengan su nivel de excelencia. A esto se suma la utilización de las herramientas Marcalyc o AmeliXML, ya que permiten acortar tiempos editoriales y provee de distintos formatos de visualización y conservación estandarizados, mediante un solo proceso. Por último, recomendé una etapa de seguimiento y control que focaliza en los tiempos editoriales de cada revista, en el desempeño del personal asignado al marcado y en la revisión de los productos generados por la herramienta utilizada.

¿Qué necesitamos? Octavo, listemos los recursos necesarios

¿Quién va a realizar la tarea? ¿Con qué infraestructura, con qué herramienta? ¿Cuáles y cuántos recursos necesitamos? ¿Disponemos de esos recursos, pueden ser optimizados? ¿Cuánto dinero nos costaría? ¿Con qué presupuesto contamos? 

Para un proyecto como el planteado, se necesitan tres tipos de recursos: humanos, tecnológicos y económicos. En cuanto al recurso humano, mi trabajo sostiene que el personal más cualificado para la tarea es el profesional de la información o bibliotecólogo, ya que conjuga el conocimiento epistemológico, técnico y tecnológico para realizar la tarea y agrega valor a la misma, porque comprende la trascendencia e implicancia del proceso y el potencial de sus resultados. 

Respecto al recurso tecnológico, se puede hablar de hardware y software: el XML es un lenguaje de marcado, el cual puede confeccionarse a mano si conocemos de código, aunque existen iniciativas que proporcionan una herramienta para hacer el trabajo un poco más amigable, como la metodología SciELO o las infraestructuras Marcalyc/AmeliXML. Dependerá de la política que tenga la institución seleccionar una de ellas o recurrir a desarrollos privados. La UNLP actualmente fomenta el uso de la infraestructura Marcalyc/AmeliXML, iniciativas nacidas en la Universidad Autónoma del Estado de México, que presentan varias ventajas frente a otros desarrollos.

Por último, pero no menos importante, el recurso económico. Para esto se tomó en cuenta el pago que se venía realizando a marcadores tercerizados, cuyo precio a finales de 2019, rondaba los U$D 10 por artículo. Se hizo una proyección presupuestaria contando la cantidad de artículos publicados durante el último año, asignándoles un precio diferenciado según la extensión de bibliografía en cada uno (≤24, ≥25 citas), y calculando los totales para cotizar el precio del servicio de marcado por uno y dos años (duración del proyecto).

¿Qué esperamos que pase? Noveno, bocetemos lo que queremos alcanzar

¿Qué resultados queremos ver? ¿Son resultados a corto, medio o largo plazo? ¿Dependen de las partes involucradas en el proyecto o de agentes externos? ¿Qué productos esperamos obtener? ¿Cuáles son las consecuencias de esos resultados?

De implementarse el proyecto, todos los resultados que esperamos deben ser consecuentes con el objetivo general y los objetivos específicos planteados. Estos pueden o no estar conectados entre sí, siendo algunos a corto plazo pero con repercusión a largo plazo. Por ejemplo: incorporación del marcado al modelo de trabajo (corto plazo) → contar con productos editoriales estandarizados (corto plazo) → cumplir con más criterios de calidad editorial (medio plazo) → ganar indexadores reconocidos internacionalmente (medio plazo) → más visibilidad y difusión de nuestra producción científica (largo plazo). Pensando en ese ejemplo, algunos de esos resultados dependen de los equipos editoriales/la institución y otros de agentes externos, como la evaluación de la revista para su inclusión en bases de datos. También podemos indicar efectos que queramos que se desprendan de estos resultados, como fomentar el paradigma actual que rodea a la comunicación científica y apostar a desarrollos universitarios de herramientas o infraestructuras.

¿Cómo sabemos si funciona? Décimo, indiquemos la forma de evaluación

¿Cómo comprobamos que cumplimos nuestros objetivos?¿Con qué datos podemos evidenciarlo? ¿De qué manera evaluamos esa evidencia? ¿Cuántas evaluaciones necesitamos? ¿Quién debe realizar esta tarea?

Si esperamos que nuestro proyecto y la metodología que planteamos se sostenga en el tiempo, aún cuando finalizaron los plazos estimados para el proyecto, debemos tener una manera de comprobar que llegamos a donde queríamos y que los resultados son los esperados. Para esto nos sirve el relevamiento sobre el estado de las revistas que realizamos al principio: podemos repetirlo en distintas instancias del proyecto para comprobar si hay modificación en la situación. Debemos tener en cuenta los tiempos editoriales y la frecuencia de publicación de las revistas, por lo que los cambios visibles para los objetivos inmediatos -incorporar la tarea de marcado al flujo de trabajo- pueden corroborarse en pocos meses, pero aquellos que tienen incidencia a largo plazo -ganar indexadores- podrán verse pasada la publicación de dos números en cada revista. Asimismo, puede llevarse un control periódico de los productos del marcado para corroborar su calidad.

Para la UNLP, las tareas de seguimiento y control general se realizan actualmente en la Coordinación General de Revistas Científicas, que se encarga de llevar los datos minuciosamente actualizados, además de aplicar las criterias internacionales para medir la calidad de las revistas previo a ser enviadas a evaluar por bases de datos como Latindex , Núcleo Básico, SciELO, RedALyC, entre otras.


Notas


1. Cada revista tiene su equipo editorial, que es el que aporta a su identidad y gestión de la misma. Esos equipos editoriales pueden o no seguir una metodología de trabajo sugerida por un equipo de asesoramiento o gestión mayor.
2. En mi trabajo se reconstruye la historia de los nodos editoriales que se fueron conformando en las distintas facultades de la UNLP, hasta la creación de la Coordinación General, fruto del esfuerzo mancomunado de distintos profesionales asociados a dichos nodos.

Referencias

Coria, M. K.; Genovés, P.; Rozemblum, C.; Unzurrunzaga, C. (2010). Del papel al acceso abierto. Procesamiento de las revistas publicadas por las Facultades de Humanidades y Ciencias de la Educación y de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata. Ponencia presentada en 8º Jornada sobre la Biblioteca Digital Universitaria. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.842/ev.842.pdf

Correa, L., y Chiarullo, F. (2019). LuXMeL: hacia la interoperabilidad RedALyC/AmeliCA-Scielo. Palabra Clave (La Plata), 9(1), e075. https://doi.org/10.24215/18539912e075

Rozemblum, C. (2020). ¿Para qué marcamos? Potenciar la gestión editorial para la visibilidad de las revistas científicas. Ponencia presentada en IV Simposio de revistas científicas. Universidad Nacional de Rosario. Videoconferencia recuperada de:
https://www.youtube.com/watch?v=4rG_LCs5ECE&feature=youtu.be