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Acceso a la literatura científica en Argentina: Rutas y percepciones de investigadores del CONICET

Por Carolina Monti (04/05/2021)

Seguramente, lectora/lector de este blog, no se sorprenda si le digo que el sistema de publicación científica se encuentra en crisis desde hace varios años. Como profesionales de la información, bibliotecarias/os y defensores del acceso abierto ya tenemos muy en claro que el problema se encuentra en mayor medida en el actual modelo de negocio basado en suscripciones y publicación paga, que trata a las publicaciones como mercancías. Asimismo, sabemos que el Movimiento Internacional de Acceso Abierto ha sentado las bases para lo que por ahora sigue siendo el camino a seguir para lograr un cambio radical hacia un sistema de publicaciones enteramente en acceso abierto. Conocemos las iniciativas como AmeliCa en América Latina y el Plan S en Europa (cOAlition S /Plan S). También, conocemos casos de universidades o consorcios de instituciones académicas importantes que han terminado sus acuerdos comerciales con las grandes editoriales académicas comerciales. Pero ¿es todo esto suficiente? Parece que todavía resulta lejano revertir esta situación: un estudio estima que aún el 69% de los artículos publicados con DOI siguen estando solo accesibles a través de pago (Piwowar, Priem y Orr, 2019).

Entre tanto, otros estudios destaparon la olla: las y los científicas/os están usando sitios de descargas ilegales y redes sociales académicas para proveerse de la literatura científica necesaria para sus trabajos. Lo hacen sabiendo que muchas de estas formas son ilegales y existe evidencia de su uso en todas partes del mundo, incluyendo en nuestro país: un estudio que realizamos recientemente sobre el uso del sitio Sci-Hub mostró que las descargas realizadas desde Argentina tuvieron un gran aumento de 2015 a 2017, año en el que las descargas fueron más de un millón -un 1% de las registradas a nivel mundial- y las demandas respondieron en su mayor parte a trabajos publicados por las grandes editoriales comerciales internacionales y a temas relacionados con la salud.

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El acceso abierto no es un modelo de negocio, es nuestro derecho a acceder a la literatura científica


En este último tiempo como bibliotecarias y activistas del Movimiento de Acceso Abierto hemos sentido un fuerte sentimiento de rechazo ante los anuncios que editoriales como Elsevier difunden entre investigadores. Tal como advierte Vessuri (2020) estos grandes grupos editoriales han tomado el control del acceso abierto bajo la premisa de “si no puedes ganarles, únete a ellos” y se proclaman ahora como sus “abanderados”, definiendo un modelo de negocio con base en el acceso a la información científica. Sin embargo, son los primeros en estar en contra de la apertura al permitir solo  el uso de licencias no comerciales luego de haberse favorecido de su explotación (Lund & Zukerfeld, 2020).

Hoy con la pandemia estas empresas han dispuesto en acceso abierto material científico acerca del COVID-19 con criterios propios -algunos de los cuales están nuevamente cerrados- para favorecer la circulación de conocimiento y avanzar más rápido hacia el desarrollo de una cura o vacuna, dejando en evidencia que el modelo imperante es contraproducente para una verdadera comunicación de la ciencia.  Como otrxs activistas, autorxs y pensadorxs del Acceso Abierto, nos preguntamos, ¿es sostenible el modelo tradicional del sistema de apropiación privada del conocimiento? y si lo fuese, ¿a qué costo? o mejor dicho, ¿qué costo estamos dispuestxs a seguir pagando? Mientras, nos toca escuchar que algunxs investigadores ya consideran que el acceso abierto se refiere únicamente a las revistas que cobran por publicar y otrxs incluso, nos consultan si las revistas de acceso abierto se refieren siempre a tener que pagar onerosos costos por publicar (APCs)1.

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